El Nilo tiene al cocodrilo, maldición de cuatro patas y tan peligroso en la tierra como en el río. Éste es el único animal terrestre que carece del uso de la lengua, él es el único que muerde utilizando una mandíbula superior móvil, mordisco generalmente terrible pues su fila de dientes se cierra en forma de peine. Pone huevos tan grandes como los gansos y, debido a algún tipo de presentimiento, siempre los incuba más allá del límite que alcanzará el Nilo en su mayor crecida de ese año. Ningún otro animal crece desde un tamaño más pequeño a uno más grande. Está armado también con garras, su piel es invulnerable a todos los golpes. Pasa el día en la tierra, la noche en el agua, en ambos casos por necesidad de temperatura templada. Cuando, saciado de comer peces y siempre con la boca llena de restos de comida, se entrega al sueño, un pequeño pájaro, que allí se llama trochilos, y en Italia "rey de los pájaros", le invita a abrir la boca para encontrar allí su propio alimento: le limpia primero la boca a saltos, después los dientes y el gaznate por dentro, que el cocodrilo abre todo lo que puede para sentir la agradable sensación del rascado".
Historia Natural VIII, 89 - 90
Casi igual de fabuloso es el cocodrilo, también por su naturaleza, pues vive tanto en agua como en tierra. Dos, en efecto, son los tipos de cocodrilo. En cuanto al primero, los dientes de la mandíbula derecha atados como amuleto al brazo derecho son afrodisíacos, si nos creemos estas historias; los dientes caninos llenos de incienso - en efecto, están huecos - hacen desaparecer las fiebres periódicas con la condición de que durante cinco días el enfermo no vea a la persona que se lo ha atado. También cuentan que las piedrecillas sacadas de su vientre tienen poder contra los escalofríos que causa la fiebre. Por el mismo motivo los egipcios untan a sus enfermos con esa grasa. El segundo tipo de cocodrilo, parecido al primero, pero mucho más pequeño, vive sólo en tierra y entre flores muy aromáticas; por esto sus intestinos se buscan con mucho interés, porque están cargados de un agradable olor; los llaman crocodilea, muy útil para las enfermedades de los ojos si se aplica en ungüento con jugo de puerro y contra las cataratas o la vista nublada.
Plinio el Viejo
Historia Natural XVIII, 107-108
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